Lo visual y lo visible. El cuerpo como autobiografía

Lo visual y lo visible

El cuerpo como autobiografía

Por. Lucrecia Piedrahíta. /Museóloga/05/2010/

Asi, el cuerpo concebido, en términos de imagen

estética, trasegado por la fatalidad del

fuego, deviene en cambio, en movimiento, en vida,

y muerte, en un solo espacio: el cuerpo, allí se juega su

propia tragedia, ya afirmada, donde acontece el

destino, donde conviven la pesadez propia de la

materia y lo volátil de la vida. Un cuerpo que se resiste

a lo inevitable, a la fatalidad, al destino, a su propio ser: al fuego.

Francis Bacon.

La ciudad es un  ámbito de comunicación fundamental para entender los fenómenos que nos plantea la contemporaneidad. La reflexión sobre arte, ciudad y espacio público permite una re-lectura de lo urbano. Es la posibilidad de entender y asimilar esa tarea a la que hace referencia Jurgen Habermas cuando propone como una de las tareas fundamentales en las sociedades actuales, el “producir lo público”. Es precisamente ahí en donde actúa el artista -operador social-, al intervenir la ciudad como espacio narrativo, como lugar de comunicación y de visualidades múltiples.

Por siglos la importancia del cuerpo, de lo material, fue relegada. Importaba el alma de las personas, la estructura sociopolítica, los procesos económicos. Sin embargo, en la historia real, el cuerpo ha sido el espacio de mayor opresión: violaciones, agresiones, negaciones, abusos, manipulaciones.  Por esto, en cualquier estudio social e histórico, esta categoría no puede ser pasada por alto.  Los cuerpos son territorios que (re)significan a partir de discursos que operan en los relatos, porque todo el cuerpo pasa por el filtro del discurso, del lenguaje y de la actualidad simbólica. El cuerpo es mundo, pues la única forma de asumirlo es en relación con él. Al mismo tiempo es también receptáculo de la realidad subjetiva. La imagen es una frontera móvil y mutante y es un factor determinante de la producción simbólica y de las prácticas artísticas. Por las imágenes y sus fisuras se  re-piensa el mundo y se proyectan los sentidos del cuerpo en el espacio.

En la muestra “Son tus armas Lilith” el cuerpo está presente a través de elementos icónicos que definen los modelos conceptuales de la performance para las prácticas artísticas contemporáneas en donde se señalan las herramientas para objetivar la representación del cuerpo como espacio y como imagen. La capacidad escultórica de los tacones redefinen un ícono femenino que junto a las máscaras de cabellos y a la acumulación de zapatos señalan acciones, gestos, movimientos, trazados, desplazamientos en una instalación diagramática que se remonta a procesos de abstracción conectados por esquemas y perfiles geométricos que subrayan prácticas femeninas para acercarnos al proceso de representación conceptual del cuerpo como territorio. Una instalación que permite establecer una taxonomía de los gestos femeninos como fotogramas que advierten la presencia y no presencia del cuerpo.

“Son tus armas Lilith” señala una nueva performance colectiva como una –proyectación- que se realiza por la acción deconstruida del cuerpo que se desplaza en el tiempo y en el espacio y permite ver la presencia de la materia en signos cuya voluntad de representación determina su existencia.

El repertorio de imágenes, ese término acuñado por Roland Barthes y retomado por el urbanista Kevin Lynch, que da cuenta de los espacios en los que las personas se encuentran con extraños, puede utilizarse para interpretar la geografía urbana de la misma manera. «Todo individuo urbano tiene una imagen mental del lugar al que pertenece»[i]. Así, los sujetos comparan los nuevos lugares con estas instantáneas mentales y, cuando menos coinciden, más indiferentes se sienten los individuos ante el nuevo entorno. No es posible tener una vivencia sin que se manifieste, aunque sea imperceptiblemente, en una expresión. El cuerpo habla y a través de él toda la materia. No puede haber otra experiencia que no sea corporal, del mismo modo que no puede haber otra sensación, un sentimiento, que no sea corporal y es en esa materialidad donde eros y thanatos conviven, vida y muerte, erotismo y sacrificio tienen lugar, de la primacía de uno de estos dos factores el sujeto logra su máxima realización o su anulación. Bataille, el filósofo francés, acierta al considerar que son fiesta y sacrificio dos polos de lo humano, en el primero, los hombres logran desarrollar todas sus potencialidades creativas, dadoras de vida, la autorrealización; mientras que en el segundo, en el sacrificio, la vida humana encuentra su término, su vulnerabilidad, la amenaza de la finitud, por eso, es el punto de control de todas las sociedades, desde las más primitivas hasta las contemporáneas.

La muestra es una mirada  al mundo mismo como un ensayo visual de las prácticas, acciones y actos que permite analizar la ciudad, el espacio urbano, el cuerpo y sus producciones y el tiempo fluido de la performance entendido como el mismo proceso de vivir. El entrecruzamiento de discursos, la individualidad frente a los aconteceres del otro, la marginalidad impuesta o voluntaria, la sobrecarga como convicción y como simulacro hacen de la morfología del cuerpo en el arte contemporáneo un espacio fracturado donde se desplazan los límites para convertirse el cuerpo en territorio nómade.


[i] SENNET, Op. Cit., p. 393

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